By mayo 2, 2012 0 Comments Read More →

Juan Baigorri Velar

Frente al descrédito de los diarios locales, el ingeniero Juan Baigorri Velar retó a los medios a un desafío. Se comprometió a regalar una lluvia a la ciudad de Buenos Aires con fecha exacta: haría llover el 3 de enero de 1939. Para ello se valdría…de una máquina de hacer llover.

 

A pesar de este extravagante invento, su biografía pudo ser la de muchos. Baigorri Velar estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y luego se graduó de ingeniero. Más tarde decidió cursar Geofísica en la Universidad de Milán, en Italia. Fue allí donde comenzó a diseñar un aparato capaz de medir las condiciones electromagnéticas de la atmósfera y la superficie terrestre. Construyó una máquina en forma de caja, similar a un televisor de tamaño mediano, provista de dos antenas en la parte superior.

 

En 1929 el ingeniero vuelve a Buenos Aires para trabajar en YPF, en un cargo que le ofreciera el director de la compañía. Tras vivir un tiempo en Caballito, Baigorri Velar se instala en Villa Luro, donde descubre, gracias a las mediciones de su aparato, que es el lugar más alto de la ciudad. Casi diez años más tarde, en 1938, el ingeniero continuaría haciendo pruebas con sus hasta ahora desconocidas máquinas. Entonces descubrió que si cargaba una de las cajas con reactivos químicos y la conectaba a una batería, podía provocar lluvias. La explicación científica era que, gracias a un fenómeno de electromagnetismo, el aparato concentraba nubes dentro de su radio de influencia.

 

A partir de ese momento, Baigorri Velar comenzaría a realizar pruebas, y estas de a poco extenderían su fama por la ciudad. Créase o no, las ocasiones de éxito fueron muchas. En Santiago del Estero, hacía 1 año y 4 meses que no se registraban precipitaciones en la estancia “Los Milagros”; en una finca del gobernador de la provincia, hacía 3 meses que llovía; en la árida provincia de San Juan, caerían 30 milímetros de agua después de una sequía de 8 años, en 1951: el ingeniero llevó su misterioso aparato a los lugares donde, ya desesperada, la gente solicitaba su ayuda.


A pesar de las pruebas que comprobaban la efectividad de la máquina de hacer llover, el director del Servicio de Meteorología Nacional se burlaba del ya célebre ingeniero. Fue entonces cuando Baigorri Velar hizo anunciar en el diario Crítica la lluvia del 3 de enero. Y no se equivocó: el día anterior encendió su aparato y la víspera llovió torrencialmente en Buenos Aires. Entonces comenzaron un torbellino de entrevistas de la prensa extranjera y múltiples ofrecimientos para comprar el invento. Sin embargo, Baigorri Velar quiso que su invento sirviese a la República Argentina y se negó a vender su máquina de hacer llover.

 

La presión de algunos funcionarios y autoridades hizo que Baigorri Velar cesase en sus intentos, salvo por la ayuda que prestaba cuando se lo pedían. Tiempo después de enviudar, vendió la casa de Villa Luro y terminó sus días en un departamento. Falleció hace ya 30 años, en 1972, y sin embargo su historia sigue circulando entre la gente como una leyenda viva. Durante su sepelio en el cementerio de la Chacarita…comenzó a llover.

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