Una de las empresas relacionadas con la fotografía más conocidas a nivel mundial, Kodak, guardó por mucho tiempo un secreto algo inquietante. Durante más de tres décadas, la compañía conservó en plena ciudad de Nueva York, un reactor nuclear con un kilo y medio de uranio enriquecido.


Kodak se valía del reactor para medir las impurezas de los materiales y realizar radiografías de neutrones. La compañía, pionera en el desarrollo de la fotografía, estaba experimentando nuevas técnicas de revelado que incluían el trabajo con sustancias químicas, y para ello necesitaba del reactor. Por la época de su utilización, la empresa se vio obligada a construir una especie de búnker con paredes aislantes a fin de evitar la radiación que provocaba el artefacto. El subsuelo que contenía el redactor tenía paredes de cemento de 60 centímetros de espesor destinadas a evitar la emanación de energía.

Repentinamente,  en el año 2007 la compañía decidió cerrar las instalaciones. Los motivos del cierre no se dieron a conocer públicamente; es posible que se hubiera decidido desarrollar formas de revelado menos peligrosas que aquellas que implicaban el uso de energía nuclear. Por entonces, el gobierno le exigió cumplir con una serie de acciones específicas para eliminar el uranio.

Teniendo en cuenta que algunos empleados de la planta aseguraron que el dispositivo no era riesgoso, no se explica por qué se lo mantuvo oculto tanto tiempo; sólo sabían de la existencia del reactor unos cuantos ingenieros y ciertas autoridades gubernamentales. Albert Filo, uno de los investigadores de la empresa que había trabajado con el reactor durante dos décadas aseguró a la prensa que se trataba de una instalación conocida pero no publicitada. Asimismo, uno de los portavoces de Kodak, Christoper Veronda, sostuvo no haber encontrado indicios de que la empresa hubiera comunicado la existencia del aparato a la policía o a los bomberos de Nueva York.

El artefacto fue finalmente desmantelado, colocado en envases aislantes y enviado a unas instalaciones militares en Carolina del Norte bajo estrictas medidas de seguridad.